“Independencia es el primer eslabón en la cadena del deseo que nos envuelve a nosotros mismos”
Al celebrar el 9 de julio celebramos la valentía y sentido de una gesta patriótica iniciada en 1810 y, que hasta hoy, sigue su curso. En este sentido, la independencia no es un evento sino un proceso de construcción de capacidades que muestra idas y vueltas, siempre objeto de una lucha política e ideológica.
Coincidimos con el padre Rafael Braun cuando dice que “celebrar un cumpleaños no es lo mismo que celebrar el aniversario de una institución privada o pública. Las personas viven un número limitado de años en esta tierra: nacemos, crecemos, envejecemos y morimos. Las comunidades políticas tienen un destino incierto porque son artíficos culturales. Nacen, pero no siempre crecen y maduran. Tienen una duración imprevisible, y muchas veces fracasan en alcanzar el objetivo que se propusieron sus padres fundadores”. Por ello es necesario reflexionar sobre aquel conjunto mayoritario de las provincias que se logró en Tucumán, esa asamblea común y conjunta en la que declararon su independencia iniciando el camino para diseñar su primera Constitución.
“A cada uno de nosotros nos cabe la responsabilidad y la tarea de lograr que en nuestra vida personal alcancemos la maduración necesaria para así permitir el proceso de crecimiento de nuestra Nación sea evidente y próspero…Ya no cumpliremos años, celebraremos el progreso, el crecimiento personal y comunitario guiados por los valores de los padres de la Patria.»